¿Nos podemos imaginar en la situación de cobrar dinero por algo que hemos elegido solamente para disfrutar, como para ir a un concierto o para comer un buen tomate en el mes de agosto, para algo que nos beneficia únicamente a nosotros/as?, ¿y en este caso, qué es lo que devolveríamos a cambio del dinero que se nos ofrece? ¿Es posible alterar nuestra percepción sobre los modelos de producción y de consumo?, ¿sería un sistema sostenible? ¿Tenemos el derecho a cobrar por nuestra labor como espectador/a?